Cantata del adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras, de sus hazañas en tierras de Indias, de los singulares acontecimientos en que se vio envuelto, y de cómo se desenvolvió

Obra nº: 067
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Mastropiero era un apasionado de la investigación histórica; se pasaba largas horas en la biblioteca de la opulenta marquesa de Quintanilla, cuyos volúmenes le apasionaban. Así supo Mastropiero, precisamente allí, en la biblioteca, de la existencia de un enigmático personaje del siglo XV, el Adelantado don Rodrigo Díaz de Carreras, hijo de Juana Díaz y Domingo de Carreras. Al principio de su investigación, Mastropiero supuso que don Rodrigo pertenecía a la misma familia Díaz que las célebres cortesanas Angustias y Dolores Díaz, pero luego, cotejando ciertas fechas, comprobó que Angustias y Dolores no provenían de esos Díaz. Mastropiero ya estaba por abandonar la investigación cuando encontró en la biblioteca de la marquesa el viejo manuscrito de un anónimo poema épico redactado sobre la base del diario de viaje del Adelantado don Rodrigo Díaz de Carreras. Según este poema, don Rodrigo había arribado a las costas del Río de la Plata en 1491, o sea, un año antes del descubrimiento oficial de América; este hecho por fin explicaba su título de Adelantado. El poema describía además su heroico periplo hacia el norte del nuevo continente a lo largo de muchos años, culminando su gloriosa gesta en la isla de Puerto Rico. Impresionado por el hallazgo del poema, Mastropiero lo usó como texto para una de sus obras más célebres, con la que Les Luthiers finalizan su recital de esta noche: Cantata del Adelantado don Rodrigo Díaz de Carreras, de sus hazañas en tierras de Indias, de los singulares acontecimientos en que se vio envuelto, y de cómo se desenvolvió. La obra se inicia con el arribo de don Rodrigo a lo que luego se denominaría el Río de la Plata.

Narrador
Culmina Rodrigo dura travesía;
se acerca a la costa su fiel carabela
después de seis meses de brava porfía.
Desciende orgulloso, y con galanura,
ya clava su espada en la tierra soñada,
la tierra del oro, y de la aventura.

Don Rodrigo
Llegados a tierra firme,
con nativos pronto dimos

Nativos
¡Nos descubrieron!
¡Por fin nos descubrieron!

Don Rodrigo
Y en convite conocimos
sus tolderías

Nativos
¡Pasen y vean
qué lindas tolderías!

Don Rodrigo
Al conocer sus tesoros
despertó mi idea fija
y al final cambiamos oro
por baratijas.

Narrador
¡Oro por baratijas! ¡qué abuso! ¡qué trueque tan desigual! después del canje don Rodrigo Guardó en un cofre lo que había obtenido: montañas... de baratijas.

Don Rodrigo
¡Tramposos! ¡Aprovechadores! ¡devolved el oro!

Nativos
¡Minga! ¡Minga!

Don Rodrigo
Rescatemos nuestro oro,
mis valientes
con coraje, con la espada,
con los dientes;
mi honra está en juego,
y de aquí no me muevo.

Nativos
¡Uououououo!

Narrador
¡Firme ante el enemigo!
¡Firme, con valor!
¡Firme don Rodrigo!
Y don Rodrigo...
firmó la rendición.
Echa a andar Rodrigo
tras mejor estrella
leguas y más leguas
hacia el rumbo norte.
Le siguen sus huestes
en la heroica huella
a través de montes,
de valles, de sierras.
Mas, destino esquivo,
encuentra nativos
que al cantar auguran
sus sones de guerra.

Nativos
Somos comechingones
muy renombrados;
joyas, collares, mantas
vendemos en el mercado,
y a los que no nos compran
nos los comemos asados.

Don Rodrigo
No conseguiréis asustarme
tras tan larga travesía;
he venido a conquistarles
y a vender artesanía.
Mi honra está en juego
y de aquí no me muevo.

Nativos
¡Ia ia ia ia!

Don Rodrigo
Sí me muevo

Narrador
Y huye don Rodrigo otra vez al norte; triste, sin su tropa, huye solitario. Descarga del hombro su pesado cofre, y haciendo un alto, anotó en su diario:

Don Rodrigo
Ayer dimos con un grupo de nativo y fuimos atacados, con todo éxito. He debido proseguir solo esta marcha, ya que los indios decidieron quedarse a comer con los soldados; digo, a los soldados.

Narrador
Y en varias jornadas de marcha muy dura, llega a una meseta de increíble altura.

Don Rodrigo
Llegué a tierras altiplanas
arrastrando con porfía
mi cofre de artesanías,
magra fortuna.
Allí encontré indios buenos
que al ver mi traza ruinosa
me cantaron una hermosa
canción de Puna.

Nativos
Duérmase, don Rodrigo
duérmase.
Cierre sus ojitos,
no los deje abiertos
que si no se duerme
se va a quedar despierto.
Duérmase, duérmase
duerma don Rodrigo
duérmase, duérmase
duérmase, duérmase
de una vez.

Narrador
Diez horas duró este "arrullo puneño". Don Rodrigo, agotado por tal cortesía, prosigue su viaje en busca del sueño, del sueño de gloria.

Don Rodrigo
(que se estaba durmiendo)
Disculpe

Narrador
Del sueño de gloria que alienta sus días, descubrir poblados, conquistar reinados, y vender si puede las artesanías.

Don Rodrigo
Con mis fuerzas casi extintas
a vasto imperio llegué;
puse pie en tierra de incas,
o sea, hice hincapié.

Narrador
Y llega Rodrigo en día de fiesta, de galas, pendones, banderas, y cintas; y una muchedumbre, que hasta pavor da, que colma el camino real de los incas, que los nativos llamaban "Avenida de los de Acá".

Don Rodrigo
Y vide pompa y boato
como no vi en cortes nuestras:
sacerdotes, oficiantes,
jefes, consejeros;
y vide tres mil guerreros
que de poder daban muestras,
esclavos y servidores,
y como diez mil extras.

Nativos
Somos los incas.
Somos los incas,
un pueblo incansable,
nuestras riquezas
son incalculables.
Abominamos de incautos e incapaces,
pero nuestras canciones
son todas incantables.

Narrador
La gala imponente del fasto aborigen
recuerda a Rodrigo su sino glorioso,
el noble designio que al viaje dio origen;
y encarando al Inca, anuncia gozoso:

Don Rodrigo
¡Artesanías!
¡Vasijas de barro, ponchos, mates, boleadoras, todo a mitad de precio!

Narrador
Rodrigo es prendido por doce nativos,
lucha, se zafa y proclama altivo:

Don Rodrigo
¡Deteneos, ignorantes, atrasados!
Desde hoy quedáis todos conquistados.
Mi honra está en juego,
y de aquí no me muevo.

Nativos
¡Uo uo uo!

Narrador
Quinientas leguas al norte,
Rodrigo, un tanto agitado,
triste nota que los incas
del cofre se han incautado.
El cofre que fue en la huida olvidado,
descuidado, o digamos que fue en verdad
tontamente abandonado...

Don Rodrigo
Hombre, habráse visto tamaña insolencia,
tamaña desvergüenza

Narrador
Rodrigo vehemente injuria a los incas
pues le han privado de sus propiedades

Don Rodrigo
No hablo de los incas,
me refiero a algunos que gozan contando
mis intimidades, y encima me insulta.

Narrador
Pues no, yo no he sido

Don Rodrigo
Sí, sí, yo le he oído:
Usted dijo "tonto"

Narrador
Dije "tontamente"

Don Rodrigo
Bueno, parecido

Narrador
¡Parecido no es lo mismo, caballero!

Don Rodrigo
Es que usted está diciendo falsedades

Narrador
Usted exagera

Don Rodrigo
Reclamo mis fueros

Narrador
Me atengo a la Historia

Don Rodrigo
¡Mentiras!

Narrador
¡Verdades!
Y yo no discuto con aventureros

Don Rodrigo
Y yo no discuto con "aficionades"

Narrador
Dirá usted "aficionados"

Don Rodrigo
La rima es lo que me inspira.
Yo he dicho "aficionades"
en lugar de "aficionados"
porque usted dijo "verdades"

Narrador
¿Con que yo dije "verdades"?
Luego usted dijo mentiras...

Don Rodrigo
Terco y duro como una pared 

Narrador
Y eso, ¿con qué rima?

Don Rodrigo
Con usted, hombre, con usted

Daniel
¡Haya paz! ¡Haya paz!
Don Rodrigo, relator,
que la calma no se pierda,
que si seguís discutiendo
os vais a ir a la...
¡Haya paz!

Narrador
Quinientas leguas al norte, prosigo,
en un bosque encuentra nativos Rodrigo
que bailan y cantan con dulces sonidos.

Nativos
Conozca nuestra cumbia
es el baile nacional.
Visite usted Colombia
y su ciudad capital:
Bogotá.

Don Rodrigo
Colombia, Colombia... Colom... ¿es que ya ha pasado por aquí don Cristóbal? Pues nada, de hoy en adelante este país se llamará ¡Rodrigombia!
Decidme nativos, ¿do están los tesoros?
¿do están las minas de plata y de oro?

Nativos
No tenemos

Don Rodrigo
¿Tenéis por aquí piedrecillas brillantes,
zafiros, rubíes, topacios, diamantes?

Nativos
No, no, no.

Don Rodrigo
¿Estaño, antimonio, manganeso?

Nativos
Nada de eso

Don Rodrigo
¿Carbón, piedra pómez?

Nativos
Nones

Don Rodrigo
¿Botellas vacías?

Nativos
No

Don Rodrigo
¿Ropa usada?

Nativos
No

Don Rodrigo
¿Pero es que no tenéis nada?

Nativos
Tenemos un buen café,
aromático y sabroso:
café de Rodrigombia.

Narrador
Al ver don Rodrigo que nada consigue
con rumbo nordeste su viaje prosigue.

Don Rodrigo
Al llegar cerca del mar
rogué que no se extinguieran mis fuerzas
aue entonces eran por demás flacas.
Me inspiré tomando el nombre de los indios del lugar
y en aquel hermoso lar
fundé ¡Caracas!
Fundé Caracas,
y acerté a fundarla en tan hermoso valle...

Narrador
¡Fundó Caracas, dice!

Don Rodrigo
... en tan hermoso valle...

Narrador
Acertó a fundarla... y tanto acertó que la fundó en pleno centro de Caracas... ¡que ya estaba fundada!... y él no lo vio.

Don Rodrigo
Y bueno, hombre, con el apuro...

Narrador
Los guardias perplejos,
y algunos paseantes,
intentan prenderlo
y en cárcel ponerlo.
Rodrigo protesta,
fiero, desafiante.

Don Rodrigo
Mi honra está en juego
y de aquí no me muevo.

Tribunal
Por ante este tribunal
se condena a don Rodrigo Díaz de Carreras
a la pena de destierro en la isla de Puerto Rico,
por los delitos de
portación de armas
y fundación ilícita.
Archívese.
Bien.
No.
A él.

Don Rodrigo
Estando el barco al llegar
A donde cumplir mi pena
De negros oigo un cantar
Que a oscuro destino suena.

Negro
Chabaia nenge nimón
Solangangaina eimo
Sabania nengueneón
Sanga iobai oengo
Sabanga neingenon engo engo
Sabanga lenguenguelon
Sabanga lenguelón
Sabanga len, olen
Maga senguelá
Achicoria
Sabai enguelá
Guana, guana
Guana catal
Aiamete, aie ie
Achicoria
Aia queteie ie
Obaiasá, iequete
Obaiase, ie ie
Obaiasá
Achicoria
Aiá yo
Acá tu
Aiá tu
Acá yo
Aiá yo y tu, acá
Achicoria.
¡Sapa, talaca
salapalacatá!
¡Sapa, talaca
salapalacató!
¡Achicoria!
¡Ay, ay ay ay ay!
¡Uay, ay ay ay ay!
Acatócoyo
Acatócoyo
Acatócoyo
Acatocábayo.

Don Rodrigo
Mas, ni bien llegué a tierra firme fui de pronto conmovido por los ojos renegridos de una morena. Y revivieron mis sueños de viejo conquistador, sed de guerra, del amor que el alma llena. Ya vendrá otra gente a conquistar las Indias; yo, me quedo aquí a conquistar ¡mi negra!

Les Luthiers
No hay en la vida nada
como mi negra
nada, nadita, nada
como mi negra
no hay en la vida nada
como mi negra
nada, nadita, nada
como mi negra
¡a ver ese piano!
(piano)
Sabor, chico, sabor
Lleva, lleva, caballero
A cantar, a cantar
Sí moreno
A bailar a bailar
Sí papacito
A gozar, a gozar
¡azuquitar!
¡achicoria!
La brisa está tan suave
como mi negra
que los juncos se bambolean
como mi negra
y la música es tan bonita
como mi negra
que es tocada por todo el mundo
como mi neg...
no hay en la vida nada
como mi negra,
nada, nadita, nada,
como mi negra.
Y aquí se acaba la historia de don Rodrigo
¡y el show, chico!